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Pan de la Palabra


03 Mayo 2024

  • Fiesta – Semana 5ª de Pascua
  • Rojo
  • EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

PRIMERA LECTURA

Del libro de los Números 21, 4b-9

En aquellos días, el pueblo se cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés: “¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia”. El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: “Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes”. Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: “Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla”. Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmos 77
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

• Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; presten oído a las palabras de mi boca. Abriré mi boca y les hablaré en parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo. R/.


• Cuando Dios los hacía morir, lo buscaban y madrugaban para volverse hacia Él. Se acordaban de que Dios era su auxilio; el Dios altísimo, su redentor. R/.

• Lo adulaban con su boca, le mentían con su lengua; su corazón no era sincero con Él ni eran fieles a su Alianza. R/.

• Pero Él sentía compasión de ellos, les perdonaba su culpa y no los destruía. Muchas veces dominó su ira y apagó el furor de su cólera. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Juan 3, 13-17

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

 

El acto que nos permite “creer” en Dios como discípulos que “han visto” y “han conocido” a Dios nace de la necesidad de un amor que desea y exige conocer cada vez más a Jesús, su origen, su procedencia, su misterio, su mundo de relaciones, su intimidad más profunda y la meta de su camino al iniciar su partida hacia la casa de su Padre. Por eso, cuando tenemos la misión de iniciar a nuevos creyentes en la vida cristiana hemos de asumir que se trata de llevarlos al encuentro vivo, al conocimiento profundo, personal y comunitario, tanto con Jesús como con el Padre, porque presentar a uno es presentar al otro, así como creer en uno es creer en el otro.

 

Solo conoce quién es Jesús y quién es su Padre aquel que ha experimentado cómo este conocimiento dado por experiencia personal y comunitaria, enaltece al ser humano por encima de todo y cómo le otorga una permanencia, un lugar o espacio en donde habitar para siempre, y una esperanza indestructible que lo conduce a la vida eterna. Por eso se nos plantea también a nosotros la necesidad de ser conocedores del misterio que salva, que supera toda separación, que anima a vivir desde la fe cada instante como un estar contemplando al Padre en el rostro de Jesús, su Hijo, para siempre.

 

PARA REFLEXIONAR

 

¿Cómo mostrar a muchos que quien conoce a Jesús conoce al Padre que lo ha enviado, que se ha mostrado en Él, que salva a todos en Él, que ama eternamente en su Hijo amado?

¿Qué signos pueden evidenciar un conocimiento íntimo del misterio de Dios revelado en Jesucristo?

 

ORACIÓN FINAL

 

Padre, gracias porque en la Persona, en las palabras y en las acciones de tu Hijo, de Jesús, hace tanto tiempo que estás en medio de nosotros, pero danos tu Espíritu Santo para conocer mejor el misterio de la intimidad existente entre tú y tu Hijo por los siglos y para nuestra salvación. Amén.

 


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